
Todos tenemos un enemigo silencioso.
Uno que nos paraliza y busca robarnos la oportunidad de ser todo lo que Dios quiere que seamos.
Uno que se camufla en buenas intenciones o traumas del pasado, que se disfraza al buscar la opinión de otros, y que se esconde entre las ocupaciones del día a día.
Hoy hablemos del temor. De cómo es más peligroso para nuestra fe, propósito y llamado de lo que creemos…
y de cómo evitar ser paralizados por él.