
A los 35 años, Byron Flores sintió que "estaba naciendo una depresión", atrapado en una vida sedentaria y vicios. Su decisión para cambiar fue radical: empezó a caminar, y ese camino lo llevó a ser el primer ecuatoriano en el Ultraman de Hawái. Esta es una conversación brutalmente honesta sobre el sacrificio extremo del deporte, como la pérdida de todo su círculo social, su batalla contra la frustración en la natación y la profunda lección de humildad y paz que encontró al cruzar la meta más difícil del mundo.