
En este capítulo propongo algo más que una reflexión: un diseño de pensamiento para acceder a un conocimiento auténtico de nuestra identidad.
Cuestiono una creencia profundamente instalada en la cultura actual: la idea de que el bienestar es el punto de partida. ¿Y si en realidad fuera una consecuencia?
Exploro cómo las redes sociales —especialmente Instagram— nos ofrecen una versión idealizada de la vida, donde el éxito, el equilibrio, la autoestima y la superación personal se han convertido en objetivos universales, casi incuestionables. Pero todo eso pierde sentido si no parte desde un lugar real.
Mi propuesta es simple, pero radical: empezar por construir una relación honesta, creativa y consciente con uno mismo.
Una relación que no es un ideal abstracto, sino la base concreta sobre la cual puede nacer cualquier transformación que sea real, profunda y sostenible.