
Esta prédica nos enseña que el enojo es una emoción humana natural, pero si no se maneja correctamente, puede convertirse en una fuerza destructiva que abre la puerta al enemigo, genera amargura, daña relaciones y distorsiona nuestra visión espiritual. La Biblia nos enseña que podemos enojarnos sin pecar, pero no debemos dejar que el enojo se acumule ni que tome el control de nuestras acciones. A través de ejemplos bíblicos como Caín, Moisés y Jonás, nos muestra cómo un enojo no resuelto puede tener consecuencias graves. Nos invita a examinar el origen de nuestro enojo, a ejercer dominio propio, a perdonar y a pedir al Espíritu Santo que arranque toda raíz de amargura, permitiendo así que su gracia fluya en nuestra vida y nos lleve a la sanidad emocional y espiritual.¿Estás listo para perdonar, renunciar a la amargura y disfrutar de la Gracia sin enojo? ¡Mira la prédica completa!