El camino hacia la gloria bíblica siempre contrasta con la gloria del mundo.
Mientras el mundo busca reconocimiento inmediato, Jesús eligió la obediencia silenciosa.
Antes de llegar a la gloria eterna, pasó por el jardín de Getsemaní, donde su alma fue quebrantada.
Ahí entendemos que la verdadera gloria no se mide en aplausos, sino en entrega.
Getsemaní fue el lugar donde Jesús dijo “sí” al propósito, aunque costara dolor.
Y gracias a ese “sí”, hoy vemos que la gloria real es estar eternamente con el Padre.
Su sacrificio nos abre una esperanza viva y un futuro lleno de propósito.
Así, la cruz nos recuerda que la gloria de Dios siempre nace del sacrificio y del amor perfecto.
All content for Comunidad PAS is the property of Comunidad PAS and is served directly from their servers
with no modification, redirects, or rehosting. The podcast is not affiliated with or endorsed by Podjoint in any way.
El camino hacia la gloria bíblica siempre contrasta con la gloria del mundo.
Mientras el mundo busca reconocimiento inmediato, Jesús eligió la obediencia silenciosa.
Antes de llegar a la gloria eterna, pasó por el jardín de Getsemaní, donde su alma fue quebrantada.
Ahí entendemos que la verdadera gloria no se mide en aplausos, sino en entrega.
Getsemaní fue el lugar donde Jesús dijo “sí” al propósito, aunque costara dolor.
Y gracias a ese “sí”, hoy vemos que la gloria real es estar eternamente con el Padre.
Su sacrificio nos abre una esperanza viva y un futuro lleno de propósito.
Así, la cruz nos recuerda que la gloria de Dios siempre nace del sacrificio y del amor perfecto.
Lo que creemos que es insuficiente, en manos de Dios se convierte en instrumento de poder.
Moisés no ganó influencia acumulando recursos, sino confiando en que Dios podía usar una simple vara.
Dios no nos llama a tenerlo todo, sino a entregarlo todo.
La verdadera fuerza no nace de lo que poseemos, sino de Aquel que lo sostiene.
Cuando confiamos en Él, lo ordinario se vuelve extraordinario.
“Ponlo en mis manos”, parece decirnos Dios, “y mira lo que haré” (Éxodo 4:2-3).
La fe no consiste en medir nuestras fuerzas, sino en creer que el poder de Dios es suficiente para cualquier desafío.
Comunidad PAS
El camino hacia la gloria bíblica siempre contrasta con la gloria del mundo.
Mientras el mundo busca reconocimiento inmediato, Jesús eligió la obediencia silenciosa.
Antes de llegar a la gloria eterna, pasó por el jardín de Getsemaní, donde su alma fue quebrantada.
Ahí entendemos que la verdadera gloria no se mide en aplausos, sino en entrega.
Getsemaní fue el lugar donde Jesús dijo “sí” al propósito, aunque costara dolor.
Y gracias a ese “sí”, hoy vemos que la gloria real es estar eternamente con el Padre.
Su sacrificio nos abre una esperanza viva y un futuro lleno de propósito.
Así, la cruz nos recuerda que la gloria de Dios siempre nace del sacrificio y del amor perfecto.