
La escritora y traductora María Belmonte da inicio a este ciclo destacando la importancia cultural de los viajes de los aristócratas del norte al sur de Europa. La visita a los lugares de la Antigüedad clásica, que permitía absorber el legado grecolatino y contemplar su belleza in situ, se consideraba parte de la educación de un joven caballero. Pero lo que comenzara como un viaje de formación a Italia, con Roma como centro, terminaría por convertirse en un viaje iniciático y de regeneración y en uno de los fenómenos culturales y artísticos más relevantes de Europa entre los siglos XVIII y XIX.