
Establecer límites emocionales es un acto de amor propio. Es decir “esto sí” y “esto no” con firmeza y ternura. Es reconocer que no todo lo que sentimos es nuestro, que no todo lo que el otro necesita nos corresponde, que no todo lo que nos piden debemos entregar. Es aprender a diferenciar entre acompañar y cargar, entre escuchar y absorber, entre estar presente y desaparecer en el otro.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.