
Hace algunas semanas me encontré cenando sólo en varias oportunidades. No tenía con quién hablar, las mesas siempre eran para uno y las comidas terminaban demasiado rápido. Me puse a pensar y me di cuenta que, por suerte, yo estaba eligiendo estar solo. ¿Pero qué pasa cuando uno está sólo y no tiene ninguna otra opción? ¿Qué hacer cuando inevitablemente todas las comidas de tu vida son sin compañía? ¿Cómo afrontar los silencios, el frío y la necesidad de abrazos?
¡Dale play a esta humilde reflexión sobre la importancia de poder elegir y de ser conscientes de eso!