
Por mucho tiempo viví corriendo hacia metas que, cuando llegaban, duraban 5 minutos de celebración y años de esfuerzo.
Hasta que entendí que no se trata de llegar a la meta, sino de hacer de la meta el mismo proceso.
La vida no es una línea de llegada, es un jardín.
Y aunque a veces parece lleno de maleza, Dios está plantando algo ahí, en lo profundo.
Él ve propósito donde tú ves desorden, y flores donde hoy solo hay tierra removida.
No te desesperes si no ves fruto. A veces lo que parece caos, es solo el jardín de Dios tomando forma.