
La muerte de un hijo es de las experiencias más dolorosas que vive un ser humano. No hay palabras correctas ni suficientes para abarcar la magnitud de ese dolor. Es una pérdida considerada antinatural, dado que esperamos que los hijos vivan más que sus padres , que crezcan, que realizan sus sueños. Cuando eso se interrumpe, algo se rompe adentro.