
Mateo 8:2-3 NVI 2 Un hombre que tenía lepra se le acercó y se arrodilló delante de él. —Señor, si quieres, puedes limpiarme —le dijo. Jesús extendió la mano y tocó al hombre. —Sí quiero —le dijo—. ¡Queda limpio! Y al instante quedó sano[a] de la lepra.
En el tiempo que Jesús estaba en esta tierra a los leprosos se les excluía socialmente, se les obligaba a vivir fuera de la sociedad y nadie los podía tocar físicamente. ¡Eran los Tachados!
Esta era la discriminación más fuerte en esos tiempos.
¿Te has sentido discriminado o excluido por alguien que amas? ¿Padres, hermanos, amigos, jefes, lideres o sociedad?
Jesús fue discriminado, azotado, humillado y engañado, absorbió todo eso para darnos a nosotros libertad. Todo es un intercambio, pero el mejor intercambio ahora es que puedas entregar a Jesús cualquier sentimiento y dolor de exclusión y recibir de él toda plenitud y gozo.