
Muchas personas conforme pasan los años tienden a dejar de soñar, sin aspiraciones y sin metas, dejando que esos sueños se desvanezcan y, por consecuencia, sus vidas no se parecen a como la soñaron y visualizaron alguna vez. Pero cuando Dios llega a nuestra vida, tiene la capacidad y el poder de transformarnos y renovarnos por completo. Él pone en nosotros sueños que sobrepasan todo entendimiento y que, muchas veces, nos van a llevar a procesos de dolor. Pero una vez los superemos, veremos las bendiciones de Dios, su favor y gloria en su máximo esplendor.