
Cerrando esta séptima edición de la Revista de El Faro, me dio por pensar en ese privilegio, el de arrancarle a El Salvador retazos de una realidad que con esmero diferentes políticos intentan ocultar. Aún hoy, cuando la dictadura corre una cortina de hierro sobre el país que no quieren que veamos, el periodismo sigue en su aventura maravillosa de arrebatarle escenas y hechos y exponerlos a la luz. El periodismo sigue en primera fila atestiguando el espectáculo de nuestras sociedades. Eso sí, al tenor de esta edición, hay que decirlo: el espectáculo es terrible.