
Nehemías nos enseña que el propósito nace cuando te duele lo que a Dios le duele,
que la reconstrucción empieza con un corazón quebrado,
y que cuando Dios pone un sueño en tu espíritu, ni la oposición, ni el cansancio, ni las voces externas pueden detener lo que Él decidió levantar.