
Vivimos en una época saturada de información, distracciones y estímulos constantes.
Pero, ¿cuánto de todo eso es realmente importante? ¿Y cuánto es simplemente ruido que nubla nuestra mente y nos aleja de lo esencial?
Los estoicos, hace más de dos mil años, ya reflexionaban sobre este dilema.
Epicteto nos recordaba: “De las cosas, unas dependen de nosotros y otras no”.
La señal —lo que de verdad importa— son las cosas que dependen de nosotros: nuestros juicios, nuestras acciones, nuestras virtudes.
El ruido —todo lo demás— es lo que no podemos controlar: la opinión de los demás, las noticias pasajeras, la fortuna, incluso el azar.