
Tu perfeccionismo no nació de la excelencia.
Nació del miedo.
Del niño que aprendió que, si no lo hacía todo perfecto, no lo iban a querer.
En este episodio te llevo a reconocer esa parte tuya que se volvió “impecable” para sobrevivir:
el que no molesta, el que no siente, el que hace todo bien, el que se exige, el que controla…
no porque le encantara la perfección, sino porque el caos emocional lo aterraba.
Aquí vas a entender:
– por qué construiste ese personaje impecable,
– cómo te salvó,
– cómo hoy te limita,
– y cómo empezar a soltarlo sin culpa, sin juicio y sin miedo.
Porque el perfeccionista no es el enemigo.
Es un niño que creyó que solo siendo impecable iba a merecer amor.
Y hoy lo único que necesita es que tú lo abraces… con todo su miedo.