
El texto argumenta a favor de la creación de un modelo de lenguaje en español, destacando la importancia de contar con una herramienta lingüística propia para construir narrativas, participar en el tablero internacional y defender los valores de la tradición mediterránea, especialmente la compasión. El autor advierte sobre la creciente centralización lingüística hacia el inglés y el mandarín, y cómo esto podría marginalizar a las lenguas occidentales, incluyendo el español. Se destaca la importancia de tomar acción para evitar la homogeneización de los valores culturales y preservar las tradiciones en el espacio digital.