
El texto explora la historia de la tauromaquia en Uruguay, comenzando en el siglo XVIII con la inauguración de plazas de toros en Montevideo. Describe la vida y eventual derribo de "La Unión", una plaza significativa, destacando la muerte de un torero que llevó a una prohibición inicial. La narración continúa con la construcción de la Plaza de Toros Real de San Carlos, su breve período de corridas a pesar de otra prohibición en 1912, y su posterior cierre y rehabilitación como centro cultural. Finalmente, menciona la existencia de un museo taurino en la Real de San Carlos, que conmemora el pasado taurino del país.