
El fuego y la luz son dos elementos en la Naturaleza en que es fácil ver la acción de la unidad en la diversidad, una de las leyes de la misma. El fuego es, químicamente hablando un estado luminoso y de transformación en que unos elementos se convierten en otros. Las moléculas se desatan de lazos que las unían para, en ese estado de unidad y energía previa y subyacente (en que intervienen los fotones y generalmente también con transferencia de protones y electrones) unirse en nuevas combinaciones y formas. Pues desde la perspectiva alquímica y en los diferentes planos de la existencia (no sólo en la materia que llamamos física) protones, electrones y fotones son las tres caras de la unidad. O sea, hay un retorno a la unidad, aunque sea de un modo subyacente, para operar en la diversidad. Con la Luz, en su sentido físico y místico o metafísico sucede lo mismo. La Luz es Una, un mar de ondulaciones eletromagnéticas, Fohat en la filosofía hindú. Pero esa unidad al operar en su diversidad, pues se convierte por agregación y otras transformaciones en todo tipo de fotones con todo tipo de frecuencias, permite el milagro de la diversidad en todo lo que vemos, y aún, en todo lo que existe. La materia misma sería luz congelada, o sea, en determinado sentido, luz "petrificada".