
En 1924 llegó a México el inmigrante italiano Angelo Cetto. Era dueño de un pequeño viñedo en su pueblo natal, Levico Terme, así que cuando llegó a nuestro país buscó afianzarse en la producción de vino. En el Valle de Santo Tomás, al sur de Ensenada (Baja California), había vestigios de una industria vitivinícola en ciernes, pero prácticamente abandonados. Entre Tijuana y Tecate, la industria estaba más desarrollada. Ahí llegó don Angelo para echar a andar una bodega de producción y almacenamiento de vino, y una vinatería, y comenzó a abastecer a los hoteles de la región.