
Desde las colinas de Cervera, en España, un niño llamado Marc descubrió su pasión por las motos antes de aprender a escribir. Con el viento en la cara y una sonrisa imparable, convirtió cada caída en una lección y cada curva en una oportunidad. De su pequeña moto infantil a los grandes circuitos del mundo, Marc Márquez demostró que el coraje y la alegría pueden vencer cualquier obstáculo.
Un capítulo que enseña que los verdaderos campeones no son los que nunca caen, sino los que se levantan una y otra vez con más fuerza y más ganas de soñar.