
El mensaje enseña que las parábolas de Jesús no solo hablan de temas espirituales, sino también de cómo manejar con sabiduría los recursos que Dios nos da. Somos administradores, no dueños, de lo que poseemos. El Señor espera que seamos fieles con nuestro dinero, tiempo y talentos, igual que los siervos en la parábola de los talentos. Los hijos del mundo a veces son más astutos que los creyentes, y eso debe motivarnos a actuar con más diligencia. En todo, debemos usar nuestros recursos para la gloria de Dios, recordando que un día daremos cuentas ante Él.