
Este mensaje reflexiona sobre la historia de Dina, hija de Jacob (Génesis 34), como una advertencia espiritual acerca de la curiosidad sin propósito ni dirección divina. Dina salió a “ver a las hijas del país” sin buscar la guía de Dios ni el consejo de sus padres, y esa simple curiosidad la llevó a la exposición, tentación, caída y vergüenza, trayendo dolor no solo a ella sino a toda su familia. El mensaje enseña que la curiosidad fuera de los límites establecidos por Dios puede conducir a la ruina espiritual. Muchas veces los creyentes se exponen al mundo innecesariamente, sin discernimiento ni oración, pensando que “no pasará nada”. Sin embargo, un solo paso fuera de la voluntad de Dios puede abrir la puerta a consecuencias graves. El predicador exhorta a los oyentes —jóvenes y adultos— a buscar siempre la dirección del Señor antes de actuar, a no dejarse llevar por la curiosidad ni por el deseo de experimentar lo que el mundo ofrece. La verdadera libertad no está en hacer lo que uno quiera, sino en permanecer dentro de los límites protectores de la voluntad de Dios. No toda curiosidad es inocente. Cuando se ignoran los límites divinos, lo que parece inofensivo puede terminar en vergüenza y dolor. La obediencia, la oración y la sujeción a la guía de Dios son la mejor protección contra las consecuencias del pecado.