Los mercados volvieron a enviar señales contradictorias esta semana, mientras los inversores procesaban una avalancha de eventos clave: los resultados de las grandes tecnológicas, la última decisión de la Reserva Federal y un avance en las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. Sin embargo, detrás de estos titulares se esconde una cuestión central: ¿cómo deben valorar los inversores a las empresas en un entorno de gasto creciente en inteligencia artificial, política monetaria incierta y riesgos geopolíticos persistentes? La respuesta parte de una idea simple pero esencial:
a los mercados les importa mucho menos el pasado de una empresa que su futuro.
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