
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 3-4, Hebreos 10:26-39 y Proverbios 14:1-10. En Ezequiel 3, Dios continúa preparando al profeta para una tarea difícil: hablarle a un pueblo rebelde. Le ordena comer el rollo que contiene Su mensaje, y al hacerlo, Ezequiel dice: “Era dulce como la miel en mi boca.” La Palabra de Dios, aunque a veces sea dura, siempre es dulce para quien la recibe con un corazón obediente. Luego, Dios lo envía a advertir a Israel y le dice que será como un atalaya, un vigilante que debe alertar al pueblo cuando venga el peligro. Si Ezequiel calla, será responsable de su silencio; pero si habla y el pueblo no escucha, él habrá cumplido su deber. En Ezequiel 4, Dios le pide representar proféticamente el juicio que viene sobre Jerusalén: acostarse sobre un costado durante varios días, comer raciones escasas y usar una maqueta de la ciudad bajo sitio. Todo esto era una señal viva del hambre, la escasez y el sufrimiento que vendrían por la desobediencia del pueblo.Reflexiona: ¿Estás cumpliendo fielmente con lo que Dios te ha pedido, aunque otros no quieran escuchar? ¿Estás permitiendo que Su palabra transforme tu vida, aunque a veces confronte tus propias áreas de resistencia?
En Hebreos 10:26–39, el autor advierte sobre el peligro de despreciar la gracia de Dios. Dice que si alguien peca deliberadamente después de haber conocido la verdad, ya no queda sacrificio por los pecados, sino una expectativa de juicio. No se trata de una caída ocasional, sino de una actitud persistente de desprecio hacia el evangelio. Al mismo tiempo, el pasaje anima a los creyentes a perseverar: “No pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.” Recordar los tiempos difíciles en que siguieron firmes les serviría para no rendirse ahora. El autor declara una frase poderosa: “El justo vivirá por la fe, y si se vuelve atrás, no agradará a mi alma.” Pero termina con esperanza: “Nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”Reflexiona: ¿Estás permaneciendo firme en la fe, aun cuando el cansancio o el miedo te inviten a retroceder? ¿Estás viviendo con la confianza de quien ha decidido no mirar atrás?
En Proverbios 14:1–10, la sabiduría contrasta el resultado de dos actitudes opuestas. “La mujer sabia edifica su casa, pero la necia con sus manos la destruye.” La sabiduría construye, la necedad derriba. Cada decisión, cada palabra, cada reacción está edificando o desgastando lo que Dios te confió. El pasaje también habla del valor de la integridad: “En la tienda de los justos hay abundancia, pero en las ganancias del malvado hay turbación.” Y concluye diciendo que “el corazón conoce su propia amargura, y un extraño no comparte su alegría.” Es un recordatorio de que solo Dios entiende completamente nuestro interior, y que la verdadera paz viene de caminar en rectitud.