
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 11-12, Hebreos 12:1-13 y Proverbios 15:1-10. En Ezequiel 11 y 12, Dios continúa revelando el estado espiritual del pueblo y, al mismo tiempo, su promesa de restauración. En el capítulo 11, el profeta ve a los líderes de Jerusalén conspirando con arrogancia y diciendo: “Esta ciudad es la olla, y nosotros la carne”, creyendo que estaban seguros dentro de sus muros. Pero Dios les muestra que la seguridad sin obediencia es una ilusión. Sin embargo, en medio del juicio, aparece un mensaje de esperanza: “Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos; quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.” Aun cuando la gloria de Dios se aparta del templo, Su plan sigue siendo redentor. Él no destruye por odio, sino para sanar.En el capítulo 12, Dios le pide a Ezequiel que actúe un mensaje profético: empacar sus pertenencias y salir de su casa en medio del día como quien va al exilio. Era una representación visual del futuro destierro del pueblo. Pero lo más llamativo es que Dios dice: “La visión que ustedes ven no tardará más, se cumplirá pronto.” El tiempo de advertencias había terminado; lo que antes parecía lejano, ahora era inminente. Reflexiona: ¿Estás permitiendo que Dios reemplace tu corazón de piedra por uno sensible a Su voz? ¿Has estado posponiendo obedecer lo que Él ya te pidió hacer?
En Hebreos 12:1–13, el autor nos invita a correr con perseverancia la carrera de la fe. “Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.” Jesús soportó la cruz por el gozo que le esperaba, y esa misma visión es la que debe sostenernos. Luego, el texto habla de la disciplina del Señor, recordando que no es castigo, sino una señal de amor paternal. “El Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.” La corrección no es rechazo, es formación; no es ira, es cuidado.La fe madura entiende que Dios no siempre quita los obstáculos, pero sí fortalece los corazones para superarlos. Reflexiona: ¿Estás viendo la disciplina de Dios como un castigo o como una muestra de Su amor? ¿Estás corriendo con los ojos puestos en Jesús o distraído por el peso del camino?
En Proverbios 15:1–10, la sabiduría práctica enseña cómo nuestras palabras y actitudes pueden construir o destruir. “La respuesta amable calma el enojo, pero la palabra áspera aumenta la ira.” La sabiduría se refleja no solo en lo que decimos, sino en cómo lo decimos. También dice: “Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando a los malos y a los buenos.” Nada se escapa de Su mirada. El corazón sabio busca agradar a Dios, mientras que el necio menosprecia la corrección. “La casa del justo contiene gran tesoro, pero las ganancias del impío le acarrean ruina.” La vida recta siempre deja fruto, y la humildad para recibir consejo abre puertas de bendición.