
Jugó por primera vez a balonmano de casualidad. Tenía 12 años cuando una tarde en el pueblo de su madre fue al pabellón y se unió a los demás niños para jugar un rato, aunque admite que al principio no se le daba del todo bien, ¡quién lo diría! Ahora, con un currículum extensísimo, es jugador del Veszprém húngaro y un símbolo de identidad de la Selección Española, con la que se proclamó Campeón del Mundo en 2013. Maque, como le llaman en el vestuario, es orgullo, garra y entrega, pero también es bromista, estudiante y un gran cocinero. ¡Dale al play!