
Su hermana Lucre tenía 27 años cuando partió. Era el alma de la familia, un equipo de cuatro con su mamá como capitana. La tristeza era infinita, y entonces las palomas le fueron llegando de a poco, casi sin darse cuenta. Como esa blanca bellísima, que golpeó el vidrio mientras ella tomaba mate en el balcón y las lágrimas le caían. Como ese rosario con la paloma del espíritu santo, que un día encontró en la calle un compañero de trabajo y tuvo el impulso de regalarle.
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Soy Giselle Mazzeo, autora de los libros "Sos la vida de mi amor" y "Sin canción no hay historia".
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