
MEDITACION 29
"El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará"
(Mt. 10 , 39)
¿Has pensado alguna vez que quienes más miedo tienen a morir son
los que más miedo tienen de vivir? ¡Que al pretender escapar a la muerte estamos huyendo de la vida?
Imagínate a un hombre que viviera en un miserable ático sin luz y sin apenas ventilación; imagínate además que a ese hombre le da verdadero terror bajar las escaleras, porque ha oído hablar de quienes han rodado por ellas y se han roto el cuello, y que jamás se le ocurriría cruzar la calle, porque le han dicho que el intentar hacerlo han sido atropelladas centenares de personas. Y, naturalmente, si no es capaz de cruzar una calle, mucho menos podrá cruzar un océano, o un continente... o pasar de un universo mental a otro. Lo que hace ese hombre es aferrarse a su pequeño cuchitril, en un desesperado intento de eludir la muerte, con lo que al mismo tiempo elude también la vida.
¿Qué es la muerte? Una pérdida, una desaparición, un marcharse, un decir adiós. Cuando te aferras a algo, te niegas a marcharte, te niegas a decir adiós, te resistes a la muerte. Y aunque no te des cuenta, te resistes también a la vida.