
Mira Federico, ¡ay viene!-
-No lo veo Benito, ¿en dónde, en dóndeee?-
-Mira, va dando vuelta al final de la calle-
Con las mejillas sonrojadas y sus ojos llenos de asombro, los dos pequeños permanecían inmóviles en medio de la calle, no podían creer lo que estaban observando -¡Wooooww! Benitooo, mira la nave-