Este libro ofrece una mirada profunda y actual sobre el papel del pecado en la vida creyente y en la realidad social contemporánea, abordando cómo este concepto, lejos de ser una categoría abstracta, se manifiesta en dinámicas concretas como la violencia, la desigualdad, la injusticia y la pérdida de la dignidad humana. A través de una reflexión teológica lúcida y necesaria, la obra invita a revisitar el sentido del pecado tanto a nivel personal como estructural, iluminando las raíces morales de las crisis que atraviesan nuestras sociedades y proponiendo un discernimiento que renueve la conciencia creyente, la responsabilidad ética y el compromiso transformador en el mundo actual.