
El extraño, escrito por H. P. Lovecraft en 1921 y publicado por primera vez en Weird Tales en abril de 1926, pertenece a una etapa temprana de su producción literaria, cuando aún se movía con soltura dentro del territorio gótico heredado del siglo XIX. Este cuento, breve pero de enorme densidad emocional, surge en un momento particularmente complejo de su vida: la muerte de su madre ese mismo año acentuó en Lovecraft una sensación de aislamiento y desconexión que ya lo acompañaba desde joven. En ese clima interior, el relato adquiere un cariz casi confesional, pues el protagonista —un ser apartado, encerrado en un mundo ruinoso y silencioso— parece en muchos aspectos un reflejo del propio autor, que vivía recluido en Providence, enfrentado a su timidez, a su salud frágil y a una creciente distancia respecto de la sociedad contemporánea.
En el panorama cultural de los años veinte, El extraño funciona como una pieza que mira deliberadamente hacia atrás. Mientras el modernismo avanzaba con nuevas formas y rupturas estéticas, Lovecraft permanecía fiel a un imaginario marcado por el decadentismo y por la sombra alargada de Edgar Allan Poe, a quien consideraba su maestro literario. El cuento recoge esa influencia no solo en el ambiente sombrío y en la estructura del misterio revelado, sino también en la introspección radical del narrador, que avanza paso a paso hacia la comprensión de su propia naturaleza monstruosa. Este desplazamiento desde el horror exterior hacia el horror del yo convierte a El extraño en un relato singular dentro de su obra, alejado de los mitos cósmicos que caracterizarían más tarde su estilo.
En términos históricos, El extraño puede leerse también como una respuesta velada a la sensación de dislocación que marcó la década posterior a la Primera Guerra Mundial. Aunque Lovecraft rara vez trabajó sobre temas sociales explícitos, el sentimiento de un mundo que ya no reconocía —ni por el cual se sentía reconocido— está implícito en el tono melancólico del cuento. La figura del protagonista, que al final descubre su propia monstruosidad al mirarse en un espejo rodeado de personas aterradas, resuena como una metáfora de la identidad descompuesta en tiempos de transformación cultural acelerada.
Por su estilo y su intención, este relato ocupa un lugar importante en la evolución literaria de Lovecraft. No es todavía el autor del horror cósmico, pero ya experimenta con el motivo central de toda su obra: la confrontación con una verdad insoportable. En El extraño, esa verdad no proviene de seres antiguos ni de abismos estelares, sino del reconocimiento íntimo de uno mismo como algo ajeno, erróneo, imposible de integrar en el mundo humano. Por eso, aunque escrito temprano, permanece como uno de sus textos más personales y emocionalmente perturbadores.