
Era una oficinista, sacaba copias, llamaba por teléfono, hacia agendas de reuniones. Pero yo sabía que quería ser otra cosa. Así que en las vacaciones de verano, empacaba mi mochila al hombro y me iba a conocer lugares. Como a México, para estar en sus pirámides, comida y sus gentes. Una vez, estando allá, compré un boleto para irme a Cuba, fue cuando te conocí ¿Te acuerdas que en la Habana, después de hacer mucho tiempo de hacer fila, entramos a una pizzería en la que se me quedaron viendo por ser gringa y pelirroja? Que ahí mismo entró sin hacer fila, un uniformado barbón al que todos respetaban. Era el comandante Fidel. Yo no sabía qué iba a pensar de que una gringa estuviera ahí pero se alegró mucho de verme. Eso fue muy divertido. Ya estando de regreso en México, cuando el avión hizo una parada en Mérida ¿Te acuerdas que nos bajamos y nos fuimos a recorrer juntos lugares? Eso fue muy lindo.