
A veces, la fe no se ve como valentía audaz, sino como obediencia en medio de la duda. Barac no fue el guerrero más confiado ni el más firme, pero cuando Dios le llamó, decidió obedecer, aunque necesitó apoyo. Su historia nos muestra que una fe imperfecta, cuando se rinde a la voluntad de Dios, puede formar parte de una gran victoria.
Acompáñanos a reflexionar sobre cómo Dios honra incluso a quienes, como Barac, deciden caminar por fe… aunque al principio les tiemble el paso.