
En las últimas semanas ha retornado a mi mente la idea de tomar una posición y decisión definitiva en cuanto a mi deseo de ser papá. Hace un par de años empecé a pensarlo de manera más seria, aunque desde hace otros muchos años ya esa idea empezó a rondarme. Considero que es una decisión importante de vida, muy personal, dicho sea de paso.
Traer una vida al mundo no es cosa de juego y creo, hoy por hoy, que los roles de género con relación a la co-responsabilidad de la paternidad y maternidad hacen que sea sumamente necesario el analizar qué nos motiva a ser padres (o madres), si estamos listos para serlo, si estamos romantizando la paternidad y la maternidad, y las implicancias de ese gran proyecto a nivel biológico, físico, psicológico y social de quien vendrá al mundo a través nuestro.
Siempre pensé que quería ser papá porque así lo había aprendido y nunca lo había cuestionado, y es que nadie me dijo que puedo elegir no ser padre.