
Tu trabajo es conocer a tus hijos por quienes realmente son; amarlos y celebrar lo que ellos son; escuchar con atención lo que dicen; observar detenidamente en quién se están convirtiendo; y, enseñarles a enfocarse en lo que verdaderamente importa. Eso es todo. De eso se trata exactamente. Ni siquiera incluye necesariamente tareas como “alimentarlos” y “vestirlos” o “tener expectativas apropiadas de su desarrollo” porque cuando se ama a alguien, lo que deseas es nutrirlo y que sea de manera integral, y cuando conoces a alguien, llegas a entender quién es y qué es lo que necesita. Conocer, amar, escuchar, observar y guiar, de eso se trata y aunque parezca una lista más de tu colección de “listas de cosas por hacer”, es una lista bastante delicada.