
No te preocupes si no eres una gran chef o si tu casa no es tan sofisticada como la de alguien más. Anímate a invitar a alguien a cenar, recalienta algo del refrigerador y olvídate de la perfección. Algunas de las experiencias que más he disfrutado por el asombro que me ha causado su resplandeciente reflejo de bondad, incluyen sentarnos en el suelo a comer pizza preparada un día antes, en compañía de personas que aman y celebran con facilidad. Estoy trabajando en tener un corazón más generoso, especialmente con las personas que viven más cerca de mí, en la casa de al lado, en la cuadra de mi vecindario o con las personas con las que espero a mis hijos a la salida de la escuela.