Vivimos rodeados de tantos ruidos: redes sociales, opiniones de otros, preocupaciones internas. Pero aún así, Jesús nos recuerda en Juan 10:27:
“Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen”.
La clave no está en que Dios hable más fuerte, sino en que nosotros afinemos nuestro oído espiritual.
“ Aprendamos a escuchar La voz que guía en medio del ruido”
Si vemos que a lo largo de la historia de la biblia, los profetas se apartaban del ruido y la muchedumbre para tener un tiempo a solas con Dios y poder escuchar su voz.
Veamos el ejemplo: en 1 Reyes 19 Elías no escuchó a Dios en el viento, ni en el terremoto y tampoco en el fuego, sino en el susurro apacible.
Este evento enseña que Dios a menudo se manifiesta de maneras sutiles y no solo en eventos poderosos o estruendosos, y cuando Elías lo escuchó, cubrió su rostro con el manto y salió de la cueva para escuchar la voz de Dios que le hablaba.
(Marcos 1:35) dice que Jesús mismo buscaba espacios de silencio para orar y escuchar al Padre
Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salía a un lugar desierto, y allí oraba.
Dios sigue hablando hoy: a través de Su Palabra, de la oración, del consejo sabio y de la paz que pone en el corazón.
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