
En este cautivador pasaje, Juan Antonio Cebrián nos acerca a la vida vibrante y trágica de Isadora Duncan (1877–1927), la revolucionaria bailarina que rompió con las normas del ballet clásico para abrir las puertas de la danza moderna.
La danza como libertad
Isadora rechazó los corsés, las zapatillas y la rigidez académica. Su baile fluido, inspirado en la naturaleza, en la Grecia clásica y en el impulso emocional, escandalizó a unos y maravilló a otros, convirtiéndola en una artista adelantada a su tiempo.
Una vida marcada por la pasión y el dolor
Cebrián recorre los éxitos de Duncan por Europa y Estados Unidos, su espíritu indomable y sus amores turbulentos. Pero también nos recuerda las tragedias que la acompañaron, especialmente la pérdida de sus hijos, que dejó una huella imborrable en su alma.
Un final tan singular como su vida
La muerte de Isadora —absurda, inesperada y casi mítica— selló definitivamente su leyenda. Sin embargo, su legado permanece vivo: la libertad expresiva en la danza lleva su nombre.
Un relato emocionante sobre una mujer que convirtió su vida en arte y su arte en una declaración de libertad.