
El servicio empieza en su mente.
Ser siervo requiere un cambio mental, un cambio en sus actitudes. Dios siempre está más interesado en por qué hacemos algo que en lo que hacemos. Las actitudes cuentan más que los logros. El rey Amasías perdió el favor de Dios porque “él hizo lo correcto en los ojos del Señor, pero no con un verdadero corazón.” 1 Los siervos genuinos sirven a Dios con una mentalidad que tiene cinco actitudes.
Los siervos piensan más en otros que en sí mismos. Los siervos se enfocan en otros, no en ellos mismos. Esta es la verdadera humildad: no que pensemos menos de nosotros mismos sino que pensemos menos en nosotros mismos. Se olvidan de sí mismos. Pablo dijo, “Olvídense de ustedes mismos por un tiempo para que extiendan una mano ayudadora.” 2 Esto es lo que significa “perder la vida” – olvidarse de usted mismo en el servicio de otros. Cuando dejamos de enfocarnos en nuestras propias necesidades, nos hacemos conscientes de las necesidades a nuestro alrededor.
Jesús “se vació de sí mismo al tomar la forma de un siervo.” 3 ¿Cuándo fue la última vez que usted se vació de usted mismo para el beneficio de otro? No puede ser un siervo si está lleno de sí mismo. Es sólo cuando nos olvidamos de nosotros mismos que hacemos las cosas que merecen ser recordadas.