
Nicolás Maduro considera que la narrativa que lo acusa de narcoterrorista y la recompensa de $50 millones de dólares de EE.UU. son una excusa para forzar un cambio de régimen, privatizar PDVSA y apoderarse de las reservas petroleras de Venezuela. Si ocurriera un cambio de régimen, el chavismo mantendría el control de la Asamblea Nacional (256 de 285 diputados), 23 de 24 gobernaciones y 285 de 335 alcaldías. Ante amenazas externas, Maduro anunció que la revolución pasaría a la resistencia armada, confirmado por Diosdado Cabello. Quienes creen que una "operación quirúrgica" externa es suficiente para derrocarlo cometen un error al subestimar el control territorial, militar, económico, político y social del chavismo. Forzar un cambio de régimen violento no garantiza la solución del conflicto ni la gobernabilidad, como se vio en Irak, Libia, Siria y Afganistán. La administración Trump usó la lucha contra el narcotráfico para justificar un ataque militar externo, a pesar de que organismos internacionales documentan que por Venezuela pasa apenas el 5% del tráfico de drogas hacia EE. UU.. La solución no se logrará con persecución ni ataques externos, sino mediante una solución inclusiva, pacífica y democrática. Para evitar una ola de violencia, se necesita un acuerdo político con garantías de protección y no persecución para quienes disputan el poder. La recompensa por su captura y la amenaza de ser apresado hacen que quienes gobiernan se aferren al poder y no haya margen para negociar.