
Forzar un cambio de poder político en Venezuela a través de la violencia o una intervención extranjera no es la solución, como lo demuestran los casos de Irak, Libia, Afganistán y Siria, que quedaron sumidos en la violencia y la destrucción. Para evitar un destino similar para Venezuela, es necesaria una solución inclusiva que garantice la protección y la no persecución de los actores políticos.Aquellos que promueven la intervención externa subestiman la capacidad de resistencia del chavismo, que ha anunciado una "revolución armada" en caso de ataque, movilizando a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y la Milicia Bolivariana. Este ambiente genera miedo y angustia en la población, que se ve obligada a prepararse militarmente.La resolución del conflicto no se logrará con amenazas o escalada de tensiones, sino a través de una mediación internacional oportuna. Esta mediación debe conducir a una reconciliación y reconstrucción nacional mediante el diálogo y la negociación para evitar más violencia.