
En este mensaje dirigido por el Hno. Nehemías Ramos, aprendemos que la lengua, aunque pequeña, tiene un gran poder para influir, controlar y causar daño. Santiago nos exhorta a no apresurarnos a hablar o enseñar, y a reconocer que una lengua sin control refleja un corazón inmaduro. Solo una vida gobernada por la sabiduría de Dios puede usar la lengua como instrumento de bendición.