
Si usted ha sido víctima de un divorcio ya sea por abandono o traición, o cualquier otra causa, necesita sanar y necesita consuelo. Esto no puede darlo ningún hombre. Solo puede darlo el Espíritu Santo, el consolador por excelencia, quien tiene la capacidad de trabajar en nosotros y convencernos de hacer el acto más liberador que podamos alcanzar: el perdón.