
"¿Pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos?" (Gálatas 3:3)
Muchos de nosotros caemos en esta misma trampa del perfeccionismo, que:
Pero Dios nos llama a disfrutar de su amor incondicional como hijos suyos. Él nos invita a depositar en Él nuestra ansiedad y a vivir por fe, no por miedo.
Cuando abrazamos esta libertad que nos da su gracia, nuestra relación con Dios se vuelve fresca, genuina y transformadora.
¿Estás cansado de luchar por ser perfecto? Deja que la gracia de Dios renueve tu corazón.