
Se cuenta que en los días de la Pasión, en Jerusalén, vivía una mujer llamada Celestina Abdégano, conocida por su piedad y compasión hacia los condenados al suplicio. En el Gólgota, mientras servía agua a los crucificados, su miedo la llevó a negar alivio a Jesús, el Justo de Nazaret.
Al expirar Jesús, una voz divina proclamó su castigo eterno: “Celestina Abdégano, porque negaste al Hijo del Hombre en su hora de necesidad, serás condenada a la soledad, al ardor inextinguible y a la sed que no se sacia.” Abdégano, conocida por su piedad y compasión hacia los condenados al suplicio. En el Gólgota, mientras servía agua a los crucificados, su miedo la llevó a negar alivio a Jesús, el Justo de Nazaret.
Al expirar Jesús, una voz divina proclamó su castigo eterno: “Celestina Abdégano, porque negaste al Hijo del Hombre en su hora de necesidad, serás condenada a la soledad, al ardor inextinguible y a la sed que no se sacia.”
Libro: Entre el Fuego y el Cielo - Christian Ortíz
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