
Salmo 51: Confesión que restaura.
David nos muestra el camino del arrepentimiento verdadero: apelar al amor fiel de Dios, reconocer sin excusas la gravedad del pecado y pedir limpieza profunda y un corazón nuevo. Dios no desprecia al corazón contrito; transforma nuestras grietas en testimonio para su gloria. En Cristo vemos la gracia y la verdad que nos perdonan y nos envían a proclamar sus caminos.