
En el capítulo final de Cantares vemos un amor que ha resistido el tiempo, las pruebas y los conflictos. Es un amor maduro, fiel y perseverante.
La amada y el amado ya no están descubriendo su amor; lo están celebrando y afirmando.
“Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo,
porque fuerte es como la muerte el amor, y duros como el Seol los celos;
sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.” (Cantares 8:6)
💡 En esta enseñanza aprenderás que:
El amor verdadero deja huella: es compromiso, fidelidad y gracia.
Las muchas aguas no pueden apagar el amor (Cantares 8:7); las pruebas solo lo fortalecen.
El amor de Dios es la fuente de todo amor duradero.
En el matrimonio, el amor madura cuando se entrega sin medida, con misericordia y perdón.
Como iglesia, somos el reflejo de ese amor eterno entre Cristo y su esposa.
❤️ Dios nos ama con un amor que no se rinde. Su amor es fuego que purifica, gracia que restaura y sello que permanece para siempre.