
Cada vez que surge el tema del pecado original y discutimos la naturaleza caída de los seres humanos, es inevitable que alguien haga la pregunta: Si nacemos pecadores, ¿cómo es que Dios nos hace responsables de pecar cuando todo lo que hacemos sale naturalmente?» Es decir, si el pecado es básico para nuestra naturaleza, ¿cómo puede Dios juzgarnos por pecar ya que no podemos hacer nada más que pecar? Bueno, esa es sin duda una pregunta legítima y que obviamente se plantearía a la luz de la doctrina del pecado original, y por lo tanto tenemos que pasar algún tiempo viendo cómo esta naturaleza del pecado se transmite o transfiere de Adán a su posteridad.
Y lo primero que tenemos que decir con respecto a esto es que la Biblia deja extremadamente claro que hay una conexión veamos primero el capítulo cinco de la carta de Pablo a los romanos, empezando en el versículo 12 donde el apóstol escribe: «Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron; pues antes de la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa cuando no hay ley. Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir”.
Luego continúa diciendo: “Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos, muchos más, la gracia de Dios y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo, abundaron para los muchos”. “Así pues, tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres, así también por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres”. Y lo que Pablo está haciendo aquí es establecer un contraste y una comparación entre el segundo Adán, Cristo y el primer Adán, y él está mostrando el tipo de relación paralela que a través de la justicia de un hombre (es decir, Cristo) somos redimidos, así como a través de la iniquidad de otro hombre estamos sumergidos en la ruina, y la muerte viene al mundo y todo lo demás.
Pero el único punto del principio es este; que entendemos lo justo de ser responsables de algo que alguien más hizo si está llevando a cabo nuestra voluntad. Bueno, de nuevo, a pesar de que no contraté a Adán, no le pagué a Adán, fue elegido perfectamente por un Dios omnisciente y justo, que Adán estaba haciendo mi trabajo, a mi nombre, de acuerdo con el juicio de Dios. Así que, en todo caso, debido al pecado de un hombre, aquí estamos enfrentando esta ruina y nuestra única esperanza de escapar de ella es la justicia de otro representante.