«... lo más certero, veraz y general que se pueda decir sobre Latinoamérica es que hasta hoy ha sido un fracaso». Esta lapidaria sentencia se lee en el ensayo Del buen salvaje al buen revolucionario, del venezolano Carlos Rangel, publicado en 1976. Hoy, la cita introductoria resuena con aterradora vigencia.Entre el Río Grande y la Patagonia, Caribe incluido, no abundan los oasis de estabilidad, democracia plena, estado de derecho y seguridad. Y cuando una nación en la región avanza excepcionalmente, casi como si se «deslatinoamericanizara», convulsiona, como queriendo darle la razón a un chiste cruel: «Emigrar dentro de Latinoamérica, es como cambiarse de camarote en el Titanic». Al norte del Hemisferio, esperanza y destino de tantos latinoamericanos, las cosas no están del todo bien. De repente vemos escenas impensables hace algunos años, como las del asalto al Capitolio de los Estados Unidos, una democracia por muchas décadas ejemplar.¿Qué está pasando con elm declive de la democracia y con el estado de derecho en el hemisferio? ¿Cómo se ve el panorama electoral? ¿Cómo enfrentamos los graves problemas de seguridad pública, que rápido tientan a quienes prometen y quieren mano de hierro?